🔹 Laberintos para el desarrollo cognitivo y motor 🔹

La realización de laberintos no solo supone un juego, sino una actividad que estimula diversas capacidades: Atención y concentración: el niño debe mantenerse enfocado en la tarea para identificar el camino correcto. Coordinación visomotora (ojo–mano): al seguir el trazado, se refuerza la precisión del movimiento en relación con lo que se ve. Percepción visual y orientación espacial: se ejercita la discriminación de trayectorias, giros y direcciones. Control de la impulsividad y autocontrol: los laberintos requieren planificar y evitar errores apresurados. Resolución de problemas y pensamiento lógico: cada recorrido implica tomar decisiones y evaluar opciones. Motivación intrínseca: el componente lúdico (conejo–zanahoria, perro–hueso, león–cueva) fomenta la persistencia y el interés por la tarea. En conjunto, esta actividad contribuye al desarrollo de funciones ejecutivas, al mismo tiempo que refuerza aspectos motores finos y cognitivos fundamentales para el aprendizaje escolar.